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Análisis de la

Política Pública de Vivienda

en México y la Implementación

de Programas Federales

Antecedente del Derecho a la Vivienda

En México a partir de la promulgación de la Constitución de 1917, se reconoce el derecho a una vivienda. Si bien desde principios de siglo XX se asentó el garantizar una vivienda, las políticas nacionales de vivienda se consolidaron a partir de la segunda mitad del siglo, en donde se cimentaron algunas de las ideas clave para futuro de la vivienda en el país. De este periodo destacan dos esfuerzos: 

 

  1. La Ley General de Pensiones Civiles y de Retiro de 1925 (y la posterior creación de la dirección correspondiente) que otorgaban, entre otros beneficios, préstamos hipotecarios destinados a la compra o construcción de vivienda; y 

  2. La creación del Banco Nacional Hipotecario Urbano y de Obras Públicas (hoy BANOBRAS), creado en 1933.

 

Hacia finales del mandato del presidente Cárdenas, México entró en un vertiginoso proceso de urbanización y modernización, y en las siguientes 3 décadas (1940-1960) (ver imagen 1) se generaron: en 1943 el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y en 1959 el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), dos de las instituciones clave de la modernidad mexicana, concebidas con el objetivo de brindar prestaciones sociales (entre ellas vivienda) a los trabajadores mexicanos. Asimismo, en 1954 se formó el Instituto Nacional de la Vivienda (INV) que en 1970 se transformaría en el Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad y de la Vivienda (INDECO), mientras que en 1963 se estableció el Programa Financiero de Vivienda (PFV), el cual operaba a través de dos fondos: el Fondo de Operación y Descuento Bancario a la Vivienda (FOVI) y el Fondo de Garantía y Apoyo a los Créditos para la Vivienda (FOGA).

 

Durante el periodo comprendido entre 1940 y 1970, México pasó de ser un país predominantemente rural a ser uno predominantemente urbano, la explosión demográfica de las ciudades mexicanas generó una presión sin precedentes sobre sus infraestructuras e instituciones inmobiliarias, y el Estado no parecía estar preparado para absorber las nuevas demandas de vivienda. La capacidad de producir la vivienda necesaria para alojar a todas estas personas fue rápidamente rebasada y la creciente demanda fue absorbida por barrios marginales construidos, en su mayoría, en la periferia de las ciudades del país. 

 

En el marco de estas preocupaciones, y alimentadas por los movimientos sociales y políticos de los años sesenta, surgieron durante este periodo múltiples iniciativas no gubernamentales que buscaban entender y atender las problemáticas de vivienda de las zonas marginadas del país a partir de una postura crítica frente al rezago de las respuestas institucionales. En 1961 se creó el Centro Operacional de Vivienda y Poblamiento (COPEVI), la primera ONG del país dedicada a atender problemas de vivienda, y a la cual se sumarían posteriormente organizaciones como Fomento Solidario de la Vivienda (FOSOVI), y el Centro de la Vivienda y Estudios Urbanos.

 

A nivel institucional, la década de 1970 comenzó con un importante robustecimiento de las políticas de vivienda social, principalmente a través de tres “fondos de ahorro solidario” para trabajadores asalariados, creados en 1972 a través de una serie de reformas constitucionales: 

El INFONAVIT (Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores);

El FOVISSSTE (Fondo de Vivienda del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado); y

El FOVIMI (Fondo de la Vivienda Militar).

 

De manera paralela, ante las crecientes demandas de una población en rápido aumento y de las recomendaciones emanadas de la conferencia de las Naciones Unidas sobre los Asentamientos Humanos que se llevó a cabo en Vancouver en 1976 (conocida como Habitat I), se actualizó y reforzó el marco normativo nacional en materia de vivienda y asentamientos humanos. Fue en este contexto que, ese mismo año, se creó la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas (SAHOP) y se promulgó la Ley General de Asentamientos Humanos (LGAH), la cual contemplaba, entre sus disposiciones generales, “la promoción de obras para que todos los habitantes del país tengan una vivienda digna”. A fin de cumplir su objetivo fundamental (“la ordenación y regulación de los asentamientos humanos en el territorio nacional”) la LGAH se comprometía en su cuarto artículo a crear un Plan Nacional de Desarrollo Urbano (así como planes de desarrollo urbano estatales y municipales, junto con planes de ordenación de zonas conurbadas), el cual fue publicado en 1978 y planteaba como objetivos “racionalizar la distribución en el territorio nacional, de las actividades económicas y de la población, localizándolas en las zonas de mayor potencial del país; promover el desarrollo urbano integral y equilibrar en los centros de población; propiciar condiciones favorables para que la población pueda resolver sus necesidades de suelo urbano, vivienda, servicios públicos, infraestructura y equipamiento urbano, y mejorar y preservar el medio ambiente que conforman los asentamientos humanos”.

 

Derivado de estos objetivos, en 1979 se publicó el primer Programa Nacional de Vivienda, cuyos objetivos generales eran: “propiciar condiciones favorables para que la población cuente con una vivienda adecuada, particularmente la de menores ingresos; coordinar las acciones e inversiones de la Administración Pública Federal en materia de vivienda, así como establecer bases de coordinación con los Gobiernos de los Estados y Municipios y con los sectores social y privado; y transformar a la vivienda en un factor de desarrollo social, económico y urbano”[1].

 

Con el objetivo de reforzar los apoyos de vivienda para los sectores de menores ingresos, se creó en 1981 el Fideicomiso del Fondo Nacional de Habitaciones Populares (FONHAPO). A diferencia del INFONAVIT y el FOVISSSTE, que en un principio priorizaron la construcción y financiamiento de vivienda nueva, los créditos y subsidios otorgados por el FONHAPO se centraron en acciones de vivienda progresiva, lotes con servicios y mejoramiento de vivienda. 

 

A partir de los noventa, la política de vivienda del país dio un viraje de 180 grados, en un documento titulado Vivienda: un entorno propicio para el mercado habitacional; el Banco Mundial insistía en que el camino para “dar a los problemas de vivienda una solución proporcional a su magnitud” consistía en llevar a cabo una “reforma de las políticas, instituciones y normas gubernamentales para que los mercados inmobiliarios puedan funcionar más eficientemente” y establecía que era necesario “aconsejar” a los gobiernos a que “dejen de lado su anterior función de productores de vivienda y que asuman el papel de facilitadores de su administración en la totalidad del sector”[1]. La desaparición de la rectoría del Estado y la cesión de toma de decisiones a mano de privados modificó el panorama habitacional del país desde entonces.

 

Actualmente, se tiene un Programa Nacional de Vivienda (PNV) que, a pesar de recomendar la construcción de vivienda adecuada—concepto alineado a los criterios internacionales vigentes—, y proponer como ejemplos la vivienda vertical, intraurbana y en condominio de mediados del siglo XX, los programas, productos y plataformas – promueven la autoconstrucción como una solución de vivienda. 

Actualemtne se tiene el gran reto de revertir el freno en la producción social de vivienda en todas sus vertientes: construcción, mejora, ampliación y autoconstrucción.

Ciudad Vieja

Cronología del
Derecho a la Vivienda en México

Este ejercicio tiene como objetivo visualizar cronologicamente el marco normativo en materia de vivienda  

Edificios

Mapa de Programas de Vivienda

En este documento podrás visualizar los Programas de Vivienda de las ONAVIS 

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